CATÓLICO INSTRUIDO, NO SERÁ CONFUNDIDO
«Octubre, mes del Santo Rosario»
Mochería, idolatría, fanatismo, pasado de moda, etc., hay quien piensa todo esto acerca del Santo Rosario. ¡Qué pena! porque están perdiéndose de una bellísima y provechosa devoción, del más sencillo y a la vez importante acto de piedad popular mariano. El Rosario, cuyo nombre significa “ramillete de rosas”, es una devoción orientada a la contemplación del rostro de Cristo, pero a través de los ojos de Aquella que mereció llevarlo en su seno virginal: Su Madre Santísima.
San Juan Pablo II coincidía con su antecesor, Pablo VI, en definir al Santo Rosario como “la síntesis de todo el Evangelio”. Y es que, aunque muchos lo consideran una devoción netamente mariana (dedicada a María Santísima), en realidad mientras lo rezamos, traemos a nuestra mente y nuestro corazón los principales Misterios de la vida de Cristo; es por ello que el Rosario es absolutamente cristocéntrico y bíblico.
Personas de varias generaciones hablan de las bendiciones recibidas por Dios, a través de la intercesión de María Santísima con el rezo del Santo Rosario; se sabe de devotos que mueren en compañía palpable de la Madre de Dios (incluso en sábado, día de la Virgen), de familias a las que nunca les ocurren desgracias, ni les falta el sustento diario, de hijos “pródigos” que han vuelto al buen camino, etc. Qué tan poderoso será el Santo Rosario, que la propia Virgen María en diferentes apariciones ha recomendado que lo recemos; y ha hecho varias y muy alentadoras promesas para quien lo rece con piedad; Ella llevaba un rosario en la mano cuando se le apareció a Bernardita en Lourdes, y a los tres pastorcitos en Fátima en donde precisamente se identificó con el título de “La Señora del Rosario”, y que por cierto estamos celebrando el centenario de dichas apariciones, entre ellas la del 13 de octubre, cuando ocurrió lo que llamamos «El Milagro del Sol». Fue también, la Virgen María quien personalmente enseñó a Santo Domingo a rezar el Rosario, a principios del siglo XIII, pidiéndole que propagara esa devoción y la utilizara como “arma” poderosa en contra de los enemigos de la fe, no para atacarlos, evidentemente, sino para suavizar su corazón y convertirlos.
El Papa del Rosario, León XIII, escribió unas encíclicas referentes al Santo Rosario y consagró todo el mes de octubre a esta devoción; e incluyó el título de “Reina de Santísimo Rosario” en las letanías de la Virgen, pues recomendó concluir durante todo el mes de octubre la recitación del Rosario con el canto de las Letanías Lauretanas, mismas que en realidad no forman parte del Rosario, pero que lo enriquecen dulcemente y son un acto de culto por sí mismas.
Basándose en la singular cooperación de la Santísima Virgen con la acción del Espíritu Santo, la Iglesia ama rezar a María y orar con María, la orante perfecta, para alabar e invocar con Ella al Señor. No dejemos que concluya el mes del Rosario sin rezarlo, pidámosle a María Santísima que, a través de él nos muestre el Camino, La Verdad y La Vida, es decir, a Nuestro Señor Jesús, el Único Mediador (Juan 14, 6); y que nos alcance de Él las bendiciones que necesitemos, tal como lo hizo en las Bodas de Caná (Jn 2, 1-11). ¡Que así sea!
LUBIA ESPERANZA AMADOR
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A continuación una historia que narra san Luis María Grignion de Montfort en su libro «El Secreto Admirable del Santísimo Rosario», sobre la fuerza que tiene la devoción del rezo del Santo Rosario.
San Marcos 16,15 